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 Lo patriarcal ha asfixiado el alma de los hombres-Entrevista a Carles Ávila Empty Lo patriarcal ha asfixiado el alma de los hombres-Entrevista a Carles Ávila

Dom Abr 30, 2017 12:49 am
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Buenos días, Carles. ¿Cómo y cuándo surgió tu interés por el trabajo con hombres?
En 1988, en el IX Congreso Europeo de Psicología Humanista que tuvo lugar en Barcelona, asistí con 24 años a un taller para hombres que ofrecía Frank Cardelle. Había estado jugando a voleibol a alto nivel durante diez años, con una disciplina de entrenamiento fuerte y mucho afán de superación, y me atrajo la posibilidad de estar en un grupo de hombres sin que el deporte y la competividad mediara entre nosotros. Y, claro está, fue una revelación estar entre hombres que compartían sus dudas, sus miedos, su dolor, se emocionaban con el dolor de otro hombre, a la vez que le prestaban apoyo con su mirada, sus palabras y su abrazo. Me di cuenta de cuánto me había perdido, el inmenso potencial de emociones y valores humanos que está oculto en el interior de muchos hombres, reprimido para encajar en un modelo de masculinidad alienante.
 
¿Y cómo fue que decidiste dedicarte a coordinar grupos de hombres?
Algunos de los asistentes decidimos iniciar un grupo de hombres, y seis de nosotros, la mayoría psicólogos o de profesiones asistenciales, estuvimos varios años reuniéndonos quincenalmente. Luego Frank Cardelle volvió a Barcelona y le estuve organizando y traduciendo talleres para hombres durante años. Él nos guió en un segundo grupo de hombres regular. Aprendí mucho a su lado.
Entre tanto había acabado la los estudios de psicología clínica, y cuando tuve la suficiente práctica terapéutica, decidí facilitar a otros hombres la posibilidad que experimentaran lo mismo que a mi personalmente tanto me enriqueció.
 
¿Qué has aprendido en todos estos años compartiendo tantas horas con hombres hablando acerca de sí mismos?
Ha sido enormemente revelador: la mujer viene de un período de opresión, y grita: “yo no soy la que tú (fantasma patriarcal) quieres hacerme creer que soy, yo seré la que quiere ser como yo quiera ser”, y de ahí la energía y el ímpetu que mostráis, el afán por reconoceros en ámbitos nuevos sin cesar. Contrariamente, los hombres no gritan; callan, soportan, resisten: “tengo que seguir siendo el que tú (fantasma patriarcal) afirmas que debo ser”.
Por tanto, a medida que el fantasma patriarcal comienza a desdibujarse, las mujeres ganáis ímpetu y libertad con la incertidumbre que se abre, y los hombres caen en la confusión agravada por la fatíca pregunta, síntoma de su momento crítico: “¿qué es ser hombre?”.
Esta pregunta es más útil si la planteamos invertida: "¿Qué NO es ser hombre?", pues nos permite identificar el molde patriarcal como se suponía que debíamos ser, y que ciertamente no es cómo nos sentimos; un molde patriarcal que nos ha sometido en tanto que hombres a una expectativa de rendir, ser infalibles, endurecernos, y poner el  recto pensamiento y la fuerza de voluntad por encima del sentir emocional y la intuición. Eso ha tenido evidentemente está en la raíz del tipo de sociedad y economía que está a punto de echar a perder el entorno natural que nos nutre. Y los hombres que no querían o podían moldearse según ese referente, tenían que cargar con la sensación de ser “poco hombres”. Absurdo.
 
¿Qué necesidad o motivación hacía que un hombre se apuntara a un grupo de hombres?
Al principio, hace veinte años, los participantes eran hombres que estaban en crisis profunda, hombres que habían sido abandonados por su pareja, despedidos de su trabajo o invalidados por la enfermedad de su cuerpo, o sea, acudían por necesidad acuciante. ¿Y alguno se interesaba por propia iniciativa o motivación?… pocos hombres: el mismo referente patriarcal devaluaba a un hombre que buscara conocerse y compartir sus vivencias con otros hombres.
Tenemos que tener en cuenta que cuando los hombres salían del modo estereotipado de relación entre ellos (deporte, trabajo, estudios…), y además empezaban a tener sentimientos afectuosos entre ellos, el fantasma patriarcal levantaba el dedo amenazador y les acusaba de maricas afeminados, de tener deseos homosexuales y por tanto de no "ser hombres". Durante años, en las presentaciones de estos grupos de hombres, siempre había algún hombre que, medio en serio medio en broma, comentaba: "… pero no será un grupo para conocerse demasiado íntimamente, ¿no?"
Un hombre necesita poder sentir y expresar el cariño, el apoyo y la cercanía de otros hombres, sin que por ello tema que está cambiando de orientación sexual.
 
Hablas en pasado, de hace veinte años. ¿Crees que ese molde patriarcal es menos pesado actualmente? ¿Hay indicios que esté aflojando?
Nos queda mucho por recorrer. El molde patriarcal es, sin duda, más flexible, aunque no tenemos que contentarnos con ello, queremos que su crisis sea definitiva, o sea, dé paso a un modo de relación más respetuosa no sólo entre géneros, sino también más respetuosa con nuestro ritmo interno, nuestro tiempo, nuestro cuerpo físico, nuestro entorno natural,…dejar la máxima de “siempre más” por “un poco mejor”. De eso se trata la sostenibilidad, de sustituir la cantidad en aumento por el aumento de la calidad, de estabilizar los "productos nacionales brutos" y aumentar los "valores individuales sutiles", que son los que hacen que la experiencia de la vida valga la pena.
Por eso es tan importante que las mujeres, naturalmente más en contacto con los ritmos internos del cuerpo, con la necesidad de un tiempo que permita la relación, a medida que va siendo requerida para puestos de dirección y gestión, se resistan en lo posible a mimetizarse con sus antecesores masculinos y tengan el valor y determinación para liderar el cambio hacia la sostenibilidad, para lograr una auténtica conciliación donde la economía y las empresas estén al servicio de la vida de las ciudadanas y ciudadanos, y no al revés.
Tal vez me alargue demasiado sobre este tema, pero me parece crucial: el discurso contra lo patriarcal debe incluir, además del perjuicio a la mujer, el dolor que ha causado a los hombres, inhumanizándonos. Lo patriarcal ha sido transmitido tanto por hombres como por mujeres, y ha afectado a ambos de distinta manera: a las mujeres os ha sometido de manera obvia, patente, definible, limitante en vuestra vida exterior; en cambio, lo patriarcal ha asfixiado el alma de los hombres, su vida interior, la expresión de su sentir.
Los hombres no somos los causantes ni los beneficiarios de lo patriarcal, y por suerte hay mujeres con una nueva visión del feminismo, como Silvia Federici por ejemplo, que afirma que los hombres son explotados, y entonces, si las mujeres dicen simplemente que quieren la igualdad con los hombres, están diciendo que quieren tener la misma explotación que sufren los hombres.
En pocas palabras, este feminismo no sería la reivindicación de las mujeres contra los hombres, sino la aspiración a una alianza de géneros con el objetivo de transformar la sociedad hacia unos valores donde la vida interior se equilibre con el rendimiento exterior, donde el grado de servicio sustituya al beneficio, y la implicación de los humanos en su destino haga imposible su explotación.
 
¿Cómo planteas el trabajo en esos grupos? ¿Qué dinámica les propones?
Organizo el trabajo en tres sábados espaciados un mes, alrededor de tres pasajes iniciáticos en la vida de un hombre:


  • pasar de la energía materna a la paterna,

  • formar una pareja con compromiso,

  • y pasar la vida a una hija o hijo.




Al inicio les explico la dinámica psíquica, emocional y sistémica que subyace en cada uno de estos actos, con metáforas, ejemplos y comprensiones que he recogido a lo largo de doce años facilitando constelaciones familiares.
Los participantes pueden hacer preguntas en todo momento, enriquecer la explicación aportando sus vivencias al respecto, sus dudas, sus frustraciones, alegrías… y suele darse que en algún momento el dolor de algún participante precise que hagamos un pequeño trabajo terapéutico constelativo o bioenergético con la colaboración del grupo. Esta dinámica va creando una sensación de solidaridad, de cercanía entre ellos, al poner la mirada en las vivencias que los asemejan y han compartido.
 
¿Qué es la bioenergética, y para qué la empleas en estos grupos?
La bioenergética son unos ejercicios de tensión-distensión que combinados con la respiración y el movimiento facilitan la percepción de la energía fluyendo en el cuerpo, y por tanto las emociones retenidas en los músculos y vísceras. También el tercer día trabajamos con sonido y canto, pues la resonancia creada por las voces masculinas, al unísono, activa un recuerdo ancestral, difícil de explicar pero descrito así por muchos hombres en lugares muy distintos donde he ofrecido estos talleres: "es como si estuviéramos sentados alrededor de un fuego, vestidos con pieles, en plena noche estrellada, hace miles de años".
 
¿Cuáles son los beneficios que has visto aparecer en la vida de los participantes?
Cuando un hombre deja de ver a los otros hombres como competidores, rivales, su corazón se expande, puede resonar con la humanidad por entero. Su expresión masculina se desinhibe pues sabe que puede hacer algo bueno con ella, no solamente ganar a cualquier precio y por tanto, deja de ser dañina.
Su relación con la mujer gana en profundidad, puede necesitarla menos pues asume su responsabilidad con el bienestar de su cuerpo físico y emocional, y por tanto puede amarla con menos condicionantes. Ya no le pide que le haga de "mamá buena" y ella puede dejar de ser ya su único consuelo y refugio, con lo cual su entrega emocional y sexual gana en madurez. De hecho, a menudo son las mujeres parejas de los participantes que celebran su paso por el grupo, y quienes animan a otros hombres a sumarse a la experiencia. Los solteros pierden el miedo al compromiso emocional, algo hoy día muy extendido, y conciben la pareja no como una pérdida de libertad sino como un acuerdo sagrado para realizar su potencial como hombres, disfrutar dando fruto, y a la vez sentir un profundo respeto por el misterio latente en el fondo de su pareja, el misterio que toda mujer rendida a su esencia femenina alberga en la generosidad de su cuerpo.

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